Lo que escribí para alguien que no existía

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Solo te veía en sueños. Me levantaba agitada porque el sueño se esfumaba sin más, dejando un sentimiento complicado de explicar. Escribí en noches de insomnio, con lápiz en mano y sentimientos desbordados, dedicatorias para alguien que aún no existía. Aunque hoy ya está aquí.

A lo largo de mis viajes he visto cosas hermosas que han logrado maravillarme e incluso enamorarme: las estrellas brillantes y la luna deslumbrante, las flores salvajes y el paisaje cautivante, los ríos apacibles y la marea cambiante. Mis aventuras entrañables han provocado sensaciones que juré que ninguna compañía igualaría. Aterrada por el amor, durante mis viajes me oculté ingenuamente. Pensé que podría escapar de él; sin embargo, humano soy y he de errar.

Me encontró una mañana de invierno, cuando la nostalgia se apoderó de mi corazón. Sin pensarlo él se presentó y su mirada a este frío ser deslumbró. Con el tiempo, amarlo parecía la mejor opción. No es que tuviera elección, pues ya no podía controlar lo que él ocasionaba en mí. Con las estaciones el amor de alguna forma floreció; con firmeza y sin miedo acepté aquella flor pues lo amaba con mi corazón.

Limpiando la lágrima que amenaza con salir, dejé de escribir. En días como estos, donde el querer amar se vuelve algo más que un capricho, tiendo a escribir al aire. Tal vez le escribo a mi alma gemela que se encuentra perdida; que se mueve tan lento que hoy no está conmigo. Y no sé si algún día lo estará. Hasta ahora que a mi lado estás, con seguridad afirmo que jamás la volveré a buscar.

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