Lo que escribí para alguien que no existía

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En mi sueño, el chico tenía la voz dulce y de tono serio. Escucharlo hablar era como música en palabras. Al sonreír, la esquina de su boca se inclinaba hacia arriba; sus dientes se asomaban entre sus labios rojos; sus pecas y sus ojos negros te sumían en un trance. Bajo la lluvia, su cabello mojado le llegaba hasta la barbilla y, a través de su ropa mojada, se marcaban sus fuertes brazos y piernas. Tenía dedos largos y hábiles con los instrumentos.

Pero no es su imagen la que me fascina. Amaría ver la vida a través de sus ojos, y saber qué es lo que ve en el mundo. Entender qué es lo que le hace amar tanto a la humanidad.

Hijo de Apolo, hijo del sol. Cuando sonríe la vida brilla y cuando llora el mundo también lo hace. Sólo fueron unos segundos, un instante que se sintió como toda una vida. Pero no te conozco, todavía.

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