
Me visualizo como un malabarista, en medio de una avenida frenética. De frente se aproxima, a gran velocidad y sin frenos, la fatalidad. Un vehículo al que a bien hemos tenido en llamar Muerte.
A diestra y siniestra arrojo por lo alto un problema tras otro y los cacho al vuelo nuevamente. No me preocupa o altera el final; me constriñe la caída en la espera.
Esta actitud circense ¿te gusta? Somos una multitud, y tú estás prodigando el tiempo de todos con tu despliegue de plumas, pavo. Preferible ir a tomar el sol y comer ciruelas con Diógenes y Anthon. Después tiramos las semillas.