
Nunca pensé que debería hablarte de nuevo. Porque solo apareces en fotos y en las historias de otros en quienes, aparentemente, has dejado una buena impresión. Esos que te conocieron han creado un espejismo alrededor de tu figura que yo no puedo ver. ¿Tú sabías que ellos tienen un significado muy ambiguo sobre tu miedo? Sí. Por esa sensación que yo relacionaría con el ahogo y la opresión, hasta llegar al remordimiento.
Ellos no te hicieron, te desquebrajaron y te arrastraron al juego tan banal de las sillas; y a ti te tocó lo peor. Es una locura. Es cansado parecer una sombra y recorrer todo con los mismos pies; aunque los describieran capaces de realizar cualquier hazaña. Es una amarga comparación si me lo preguntas. Los golpes. Tantos abusos. No son lo mismo.
Eres una sombra poco amigable. Siempre buscado salir cuando yo no quiero verte. Eres demasiado para mis hombros. No puedo llevarte cargando. Tu permanencia me es agotadora. No me gusta tu reflejo, ni el cómo te has transformado. Prefiero romper cada espejo de esta casa para no verte. Ya has hecho demasiado daño.
Hoy debo crecer.