
Soy conductor de ambulancia.
No me enorgullece esperar a un desdichado,
para gracias a él, poder comer.
Celebro cuando recibo la llamada;
me aterra que alguien descubra mi festejo,
pues alegrarse está mal visto.
Aun así, con barriga llena, corazón…
Otros, también viven de estos actos sucios:
mi primo acaba de abrir una funeraria.
Dice que debería conducir un poco más despacio.
Así, todos ganaríamos.
Bueno… quizá tú no.