
No sé si estás cuando te doy la mano.
Será la nostalgia que me miente,
y ver tu sonrisa tan inocente,
distrae de verte tan poco humano.
Víctima de tu cerebro malsano,
preso entre un olvido mordiente
y tan quieto de gesto indolente,
das mala esperanza de verte sano.
Ya no eres de quien lloraré la muerte.
Él sufriría mi angustia por el daño
de aferrarme a tu consciencia inerte.
Vacíos tus ojos me ven como extraño,
y desde que empecé a perderte
no sé si debas vivir otro año.