
Esos ojos que me cautivaban,
los dulces labios rojos que completan tu sonrisa
y los hoyuelos de tus mejillas,
entregan adrenalina a este tun tun
lleno de endorfinas y oxitocina.
Una conexión electrocinética
que solo tu mirada puede lograr.
Tres espacios conforman mi ser:
corazón, mente y alma.
Pero ocurrió un eclipse que todo apagó.
Mil años de oscuridad
pasaron por tu brillante mirada.
Ya no veo el brillo de tus ojos;
solo la lúgubre y fría oscuridad.
Las lluvias en las mañanas
y el viento de la madrugada
penetran hasta los osteocitos.
La rosa roja se marchita
bajo un otoño adelantado de tierra infértil.
¿Dónde está tu mirada?
¿No me vez?
¿Dónde se ha perdido?
Aunque busqué sin descanso,
nunca logré encontrarlo.
Me perdí en esa oscuridad
y tropecé en un agujero.
No hay profundidad.
Aquí abajo solo existen piedras y agua.
¿Está lloviendo o son mis lágrimas?
Cogí una flor marchita y seguí mis pasos.
El sonido me envió a la orilla del mar
que era gobernada por la lluvia.
¿Será que el eclipse está pasando?
O es otro mundo donde llegué a parar.