
Surgí de aquello que no estaba destinado a perdurar,
de una voz encantadora que no debía ser escuchada
y de una silueta que no podía ser tocada;
sin embargo, la adquirí.
Así como su carácter y su manera de analizar las situaciones,
es un conocimiento que obtuve después,
cuando lo conocí.
Era sorprende la similitud de pensamientos,
de puntos de vista, de gustos,
cuando lo único que se había compartido era el ADN.
Tal vez, esa unión era suficiente para heredar el alma.
El corto tiempo que compartía, lo atesoraba.
Valía más que el oro, era eterno e inmaterial;
escaso para todo lo que quería,
pequeño para ser reemplazado
por los correos que intercambiábamos.
Era lo único que nos podía unir más que la sangre.
¡Escritos intercambiados!
Cartas que no llegarían si no eran enviadas primero.
Si hacía valer la dignidad,
era no saber más.
Me hubiera gustado saber si existía conexión,
sentir que no era solo mi imaginación,
que tú también experimentabas algún sentimiento,
que podías quererme como había anhelado.
Escribí a un amor que no supe si fue real,
un amor que debió ser el primero en mi vida.
Pero no lo fue, aunque lo deseaba.
Quería que fuera cierto.
Si tan solo hubiera podido saber lo que pensabas,
lo que sentías,
tal vez hubiera escrito más;
pero de las cartas brotaba escarcha
y mi corazón sentía frío.
Escribí al creador que no fue,
un conocido que me encontré por casualidad de la vida,
un amigo que necesitaba,
un confidente con el que quería hablar.
Pese a todo, te devolvería la vida,
si de mi dependiera;
recurriría a las cartas de ser necesario,
te volvería a contar mis cosas para saber tu opinión.
El proveedor existía;
quería el amigo, consejero y confidente.
Cómo no fue permitido despertar la añoranza,
aún en la presencia pasajera y la familiaridad inexistente, creé un lazo.
Conecté con su cruda manera de decir las cosas.
Eso es mejor que la fantasía,
aunque desde pequeña fantaseaba con su cercanía.
Ante la ausencia presente,
quedan recuerdos eternos que agradezco.
Perdono, por no habernos dado la oportunidad de crear otra realidad.
Escribo, para decirte todo lo que no pude.
Añoro, porque tus consejos me eran valiosos e importantes.