¿Hasta qué momento debemos soportar algo o a alguien?

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Remontémonos a la cuna de esta reflexión: la casa, la familia. Es seguro que todxs lxs humanxs hemos sido regañadxs, y los seres vivos tienen una forma particular de hacerlo. Esta acción delimita un molde de comportamiento, con el fin de ser mejores y no caer en la mediocridad ni el conformismo”, logrando que lxs de enfrente nos miren bien. No importa si tenemos tres, dieciocho, treinta y cuatro o sesenta y siete años, de todos modos, estarán ahí. Pero todo tiene su tope, ¿cierto?

A veces, cuando se reflexiona se cae en la pregunta: ¿Quién fue la persona del problema? Ella, él, elle, ellxs, yo, o ambxs.  ¡Oh! El miedo humano a la incertidumbre de la vida: la verdad o el temido error. Si la respuesta fuera yo, tendría más miedo de escribir esto y mucho más de que fuese leído por otrxs, porque ¿qué derecho tendría si la problemática soy yo? Y aunque a veces esta pregunta no puede responderse, sigo escribiendo e intentando acercarme más a la verdad.

¿Qué sucede para que creamos más en lo que piensan lxs demás de nosotrxs que en nuestro autoconcepto?

Que haya fallado varias veces, no le cayó muy bien a fulanita porque tuvo que hacer mi parte”, pero no define las miles de horas que me sobran de vida para hacer una de mis otras partes”. Pido perdón a esas personas que todavía siguen evidenciando mis errores o mis omisiones. Al final, tampoco soy una santa. Ahora comprendo que no hacer match con alguien, no define si somos buenas o malas personas.

El hecho de que sanemos de una situación donde pudo florecer una disonancia cognitiva, y que aún no la comprendamos por completo, no significa que no pueda volver a ocurrir; no quiere decir que ya somos más fuertes para soportarla o que debamos vivirla otra vez. No. Quizá las personas se conocen para descubrir los límites humanos en una edad temprana, previniéndose de dañarse más de lo que deberían con el fin de aprender.

Estas palabras son un resumen muy preciso de todo lo que escribí en las que catalogué Libretas de ansiedad, donde auguraba a una joven, la cual no existía. Aquella que estaba más en paz con su vida, iba tras sus sueños, reía más y lloraba menos; respiraba más y se amedrentaba menos. Ahora, esa joven ya existe.

Abramos nuestro panorama porque la cultura del error está muy entrañada en nuestra conducta y más que definirnxs, nos limita.

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