Je t’aime

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Azules grisáceos con una combinación del color plomo claro. Todo, o la mayor parte del cielo, pintaba de ese color. Pero no eran de esos azules típicos, no, el cielo de aquel día estaba diferente pues sabía lo que iba a ocurrir; lo que ocurrió.

El cielo empezó a llorar por mí, de ese cielo único empezaron a caer pequeñas gotas de lluvia, pero nada era normal. Hasta las gotas caían tan diferente o, ¿es que solo yo lo imaginaba así? No lo sé, pero nada era normal. Todo apuntaba a mi favor aquel día, todo excepto su muerte. 

Caminé por aquel lugar cubierto de pasto tan verde. Verde que simboliza la esperanza, pero ¿qué esperanza tenía yo? Si lo perdí todo aquel día junto a ella, incluso a mí.

Del pasto verde brotaban flores, las únicas flores que había por esos lares. Flores blancas, blancas al igual que su vestido. Todo era blanco y verde a excepción del cielo, claro.

Llegué al final del camino, distinguí la fuente antigua, todo alrededor de la fuente cobraba otro aspecto, otro color… rojo, pero no rojo común, sino rojo sangriento. Todo era como ella, confusa, pero hermosa, abandonada y olvidada. Amada por mí y eso era suficiente.

Cerca de la fuente se podía distinguir algo como un bulto, pero no era eso. Me acerqué. Yo muy bien sabía lo que iba a encontrar, ya lo imaginaba y mis instintos no se equivocaron.

Cerca de aquella fuente yacía el cuerpo sin vida de la única mujer que amé.

Me senté, pero no lloré, no lo hice. Mi corazón lo hizo. Mi corazón sangró y ese día supe que, en el momento en que ella falleció, se llevó todo de mí.  Yo quedé vacío, cuerpo sin alma, vagando por el mundo sin rumbo alguno.

Cogí su mano y en ella había una carta, la tomé, y la leí:

“Sabía que vendrías, siempre terminas encontrándome… ¿Te dije que contigo todo era mejor? Bueno, jamás fui lo que una persona quisiera, pero a pesar de todo me amaste, aun sabiendo cómo sería nuestro final. Sabíamos lo que iba a ocurrir, sabíamos que un día la enfermedad que me acechaba iba a acabar con lo nuestro. Pero qué bonito fue el lugar que solo tú y yo conocemos. Y aunque mi corazón ya no late, siempre te pertenecerá. Todo, siempre por ti. Je t’aime”.

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