Amaya Liberty:
¿Existes? Quiero decir… ¿alguna vez lo hiciste? Porque miro a mi alrededor y te veo en el cielo, en la estrellas, en el mar, en los amaneceres, en los atardeceres, en las canciones tristes, en mi mirada nostálgica, en mis noches en vela y en mis lágrimas. Sin embargo, nadie más parece percibir tu presencia. Es como si te hubieras esfumado así como apareciste: de repente. Fuiste un instante en mi vida que vino a revolucionar todo lo que alguna vez fui.
Quizá pienses que no fuiste importante, que lo que pasó no significó nada para mí, pero quiero que sepas que la decisión que tomé ha sido la más difícil de toda mi existencia, y no hay día en que no te sueñe aquí, a mi lado.
No te puedes imaginar lo complicado que es fingir que estoy bien, que ya pasó, que ya te superé. Al final de cuentas, fue mi decisión, ¿no es así? Lo que no entiendo es por qué quieren quitarme mi derecho a llorarte y vivir mi duelo. Merezco que me abracen, que me consuelen, que me digan que todo va a salir bien. No obstante, todos los que saben me miran como si yo fuera la peor persona sólo por que decidí tomar el camino que casi nadie elige: el de no ejercer mi maternidad.
Tardé meses en entender que no fue mi culpa quedar embarazada. No sabes cuánto me culpé por lo que pasó, pero ¿acaso es un crimen haber dejado los parches anticonceptivos porque me causaban migrañas, vómitos, me nublaban la vista y hacían que mis extremidades se adormecieran? ¿Es un crimen haber decidido ya no usar otro método hormonal porque quería que mi cuerpo descansara después de haber usado hormonas por más de diez años? ¿O haber convencido a tu papá de que se hiciera la vasectomía y acompañarlo en todo ese proceso? ¿Haber pensado que esa operación tenía un cien por ciento de efectividad después de cuatro meses? Sí, eso último fue nuestro más grande error.
Ojalá los demás entendieran que fue, y sigue siendo, el mayor acto de amor que he hecho. Tú merecías a unos padres que te planearan y te amaran desde el primer segundo. No a unos que, desde el principio de la relación, sabían que un hijo no era el camino que querían seguir. Y no porque no pudieran amarte, porque yo te amo, sino porque sé que las frustraciones de los padres se transfieren a los hijos y yo… yo no quería que tú sintieras eso que alguna vez sentí yo. Siempre he creído que mi mamá se arrepiente de mí y que me odia por ser un obstáculo en su vida. Nadie merece sentirse así.
Amaya, mi niña, te amo y estoy segura de que te reencontraré en la eternidad.