Memorias

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I

Pensé en el presente,

lo más auténtico de la vida.

La montaña parece detenida,

sin tiempo.

Veo humo entre mis dedos.

 

II

¿Quién construirá la torre de mi imaginario?

¿Quién soplará el viento con el que secaré mi lágrima?

¿Por qué tus pasos caminan hacia la distancia?

 

III

Eres como agua entre mis dedos,

viento en mi cara,

fuego en mi dolor;

eres sin dudarlo tierra lejana.

 

IV

El viento en mi piel me recuerda

ser deseado por el tacto,

los pasos ya caminados

como versos que regresan.

Las nubes nunca vuelven a ser las mismas.

 

V

La Bufa y yo.

Por hoy, en huizache me he convertido.

No distingo sombra ni camino.

Ahora el sol es presencia y tacto,

charla íntima,

consuelo y abrigo.

Es viernes por la tarde, suena el agua caer

y el sol está donde me duele.

 

VI

Extrañísimo encuentro,

que de mi corazón brota

el palpitar que lo crea.

Encuentro soñado que el tiempo se lleva.

 

VII

Quisiera poner fin a mis ideas sobre enero y su sol;

ya atardece en febrero

y surge la duda:

¿Dónde está el colibrí?

 

VIII

Luz de la mañana,

mi primer aliento es tuyo;

caliéntame un poco el alma

que ahora soy de ti.

 

IX

Las promesas se coagulan

como herida palpable.

Una costra se va formando;

voy cambiando con el viento,

una capa se va secando como serpiente.

Hay algo debajo.

 

X

Levedad de ser.

Estoy en la marea,

me meso en la brisa.

Sutil cuerpo del viento

en espiral de humo.

 

XI

Que me lleven las olas

y me sostenga el mar.

Soy agua entre tus brazos.

¡Ay, agua! De mí te evaporas tan pronto.

 

XII

Caminamos varios meses bajo el sol

con alguna clase de esperanza o fe;

dentro, un impulso del pecho que nos llamaba a no soltar,

a tomar en nuestro puño una parte de nosotros,

para después saber que

la gratitud no cabe en la palma de la mano.

 

XIII

Un ave no volaría si conociera el miedo.

Quiero ser de pensamiento volátil 

y no atosigarme con tristezas.

Ser ave a las 8 a.m., sentirme ligera y libre,

pero mientras nada de eso pase,

veo las montañas y a las aves a las 8 a.m. 

 

XIV

Como instantes a manera de gotas sobre un charco,

cúmulos de ellos.

Siempre viendo las montañas para jacaranda en temporada;

tacto del sol intentando sanarme. 

Viento, no me siento tan libre. 

 

XV

Constante desliz del viento en mí

posa la mirada en contemplación. 

Voy recordando quién soy: 

pequeña niña que juega a esconder su cara en llanto 

y su canto en soledad.

 

XVI

Mar de nubes en sol de medianoche

que, como humo enredado,

más tarde se lo lleva el viento.

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