En la página blanca en mi mente, escribo
para un amigo que fue borrado, pero que siento.
Con tinta de sueños, mi mente tiene una idea,
una imagen o solo un pensamiento pasajero.
Jardín de recuerdos, un amigo encontré;
un ser en quien confiar y creer.
En la sombra de mis miedos me acompaña,
me susurra palabras de aliento, me da su mano amiga.
Temor de prosperar en la vida, de ser olvidado;
pero su presencia en mi corazón es vital.
Cuando el miedo me abruma y paraliza,
él me levanta con cuera, me anima, me revitaliza.
Con su voz de esperanza, como música en mis oídos,
dice: «Crecer es parte de la vida, un regalo recibido».
El miedo sólo es un paso en el camino,
solo juntos podemos caminar en el sendero de la vida.
Era muy mancebo cuando te fuiste
estropeando mi corazón, partiste.
Un amigo existente en lo irreal,
no existe más en un mundo real.
En mis versos le dedico esta oda
a mi amigo imaginario, a quien tanto debo.
Gracias por enseñarme a crecer,
enseñarme que crecer es natural,
y que con su ayuda
puedo abrazar lo que vendrá.
