¿Qué tengo de ti?

pexels-mart-production-7219828-scaled-thegem-blog-default

Tengo sobre mí tu silencio

y tus pechos me indagan;

preguntan por mi necesidad.

Mi nombre les es indiferente.

¿Para qué nombres en dominancias del salvajismo?

¿Para qué carajos los contratos?

 

En mis insomnios, tu palabra,

la viva experiencia del recuerdo

de tu cuerpo sobre la barra en el garito,

y todo el cosmos dibujado en la famélica línea que soporta tus ojos;

dos cuerpos negros irán a Séneca por más de sus consejos,

por más de su sabiduría.  

 

Pero,

desnudarte quiero yo.

Que tus afilados dientes se hagan a mi carne,

 a mi hueso…

Hasta invadir miedos, hasta que de pronto y sin más

trabajes mi concepto,

mi cuerpo,

mi imagen.

 

Tengo mi culpa que a cuestas me trae volteado hace rato en esta vereda.

Inmundo peladero, me tenés aquí penando tus noches a la sombra de un naranjero,

Amarrado. Un desayuno….

Silencio, acostado, haciendo caso;

haciendo colombiano.

 

Te reconocí hace mucho,

identificaba tu luz y veía a tus profundos ojos.

Me tiré a la demencia de poderte hallar y resumí:

¡Estoy siendo soñado!

 

07:60 am,

he venido hasta aquí Padre… porque…

tengo pecados que me consumen

y no me hallo tranquilo sabiendo que todo es mentira.

 

Ya es hora, me despido, aquí corre lento el tiempo.

 

«Hijo mío, hijo… Ah, ¡hijo!

Debes pagar nuestro silencio

o te llamaremos pecador…

hijo mío».

 

¿Para qué vine aquí? ¿Soy idiota?

 

De regreso al terciopelo que he mercao con mi primer sueldo.

Revisar… ¿Respondió? ¿Me ignoró?

¿Qué tengo de ti?

44

Dejar un comentario

X