He tenido la certeza, como muchas otras veces, de que nos íbamos a encontrar temprano o tarde, porque así es la vida; uno piensa que falta largo tiempo para ciertas cosas y cuando menos lo esperamos, ahí estamos, frente a frente.
Un diálogo recurrente en mi vida es:
—¿Qué tanto lees? —me preguntan.
—Estoy leyendo… El libro K. de la autora C. —respondo generalmente.
—No lo conozco, pero se oye interesante. Te dejó seguir leyendo.
Y proceden a retirarse.
Eso era una constante hasta que tú, que creí que nunca llegarías, decidiste acompañarme a la cafetería del trabajo:
—Y ¿quién es esa autora C.? ¿Es mexicana? ¿O de dónde es?
—Sí, es una autora mexicana reconocida a nivel internacional.
—¡Wow! ¿Y de qué trata ese libro K.?
—Bueno, a decir verdad, no me gusta resumir los libros. Siento que me falta el carisma para hacerlo entretenido. Pienso que debes leerlo.
—Entiendo. ¿Te parece si lees en voz alta para ambos y después me dejas leer a mí?
—Me parece perfecto. Juntos podemos ir haciendo ese resumen del texto.
No sé qué tan común sea este suceso, tampoco quiero idealizarlo porque parece mentira, pero, a decir verdad, era la primera vez en mi vida que me pasaba y he tratado de registrarlo.
Desde ese instante hemos compartido lecturas en diferentes momentos y espacios: en el trabajo, en el transporte, en algún café, parque, o en nuestras casas. Siempre creí que la lectura era una oportunidad de conocer a otras personas, y ciertamente lo es, pues, a través de las páginas y líneas de texto uno conoce a los autores hasta cierto punto, pero no me había tocado coincidir con otra persona que se interesara por la lectura.
Claramente habrá quien piense, al igual que yo, que no existe alguien que comparta nuestros gustos o intereses, pero quizá solo haya que salir de nuestro entorno inmediato, tomar decisiones para nuestra vida y afrontar las consecuencias, buenas o malas, según la óptica con que se vea.
En nuestro caso, hemos ido recordando que no sabemos quién invitó a quién a la cafetería esa primera vez. Pero de no haberlo hecho, este texto no habría existido. Dices que me has elegido, y yo digo lo mismo, es divertido conversar al respecto, pero lo cierto es que nos hemos elegido mutuamente. No sabemos qué nos deparará el futuro, pero algo ha de resultar de estar juntos.