Existe una razón para buscar en las pupilas:
reconocer tu mirada y que coincida con la mía.
¿Dónde estás? ¿Dónde te encuentro?
No sabía en dónde buscar y, sin embargo, insistí.
Pensé que hoy me dejarías verte,
pero llorando me dormí.
Mientras tanto,
tú los ojos abriste.
¿Qué fue lo que viste
que desde entonces
dices reconocerme?
¿Qué viste?
Ahora no buscamos respuestas,
solo constelaciones.
Ahora nosotros somos los que cantamos para los gorriones,
y ya nadie arranca flores.
Viste que existe el verbo,
pero también las acciones.
Solo quiero entender
por qué esto no existía hasta que tú lo inventaste.
Nunca entenderé por qué te tardaste,
por qué si también querías llegar no te diste más prisa.
Perdón que insista
pero, si apresurabas el paso,
hubiera visto antes esa sonrisa.
Ahora temo que llegues a viejo,
pero sí nos sirve de consuelo.
No voy a culpar a tus piernas por su paso lento.
Y tú no culpes a las mías por insistir en ir detrás de tu risa.
Siento fielmente que esto es algo que ya conocía;
sin embargo, ahora que por fin te encuentro
y me enamoro de tu presencia, amor,
me despierto.