Estrellas

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De niña nunca vi las estrellas. Tal vez se deba a que vivía en el corazón de una enorme y capitalista ciudad llena de smog, autos viejos, fábricas y sueños. ¿Por qué razón personas tan llenas de sueños necesitan ver estrellas? No las necesitaban, no las requerían. Estaban ocupados, demasiado ocupados.

Pero nadie es niño para siempre. Con el tiempo creces, te decepcionas, te quieres matar, consigues un gato, te rompen el corazón, lloras (mucho), te desesperas, te llenas de odio y dolor, quieres golpear a alguien, quieres un abrazo, quieres que te arreglen, quieres que te dejen en paz; y en ese revoltijo de emociones penitenciarias, creas un sueño. Te aferras a él con tus uñas mal pintadas de adolescente, lo muerdes con esos dientes que necesitan ortodoncia, lo fijas con tachuelas en tu tablero de corcho mal cortado y cuando intenta escapar lo persigues porque sabes que es lo único que te ata a la realidad, y si renuncias a él vas a descender a la locura. Sabes, sabes que es tu salvavidas. Y justo cuando vas perdiendo la esperanza, cuando la meta se ve aún más lejana, cuando quieres llorar y ser cruel,  justo en ese instante, ves estrellas.

Hola, soy yo (siempre lo he sido), tengo 17 años (desde hace un tiempo), tengo un gato bizco, muchos mecanismos de autodefensa y estoy enamorada (como cualquiera); amo los refrescos azucarados, el color turquesa y pensar en la oscuridad. Y hoy, por primera vez en toda mi vida, veo el cielo cubierto de estrellas.

07/02/2024

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