La historia de mi hermanito Thiago

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Recuerdo cuando te conocí por primera vez. Estabas tan flaquito y cubierto de esa capa de pelo en todo tu cuerpecito. Un pequeño bebé con una cara de que iba a ser tremendo. Pero estabas tan pálido… Lamentablemente te conocí muy tarde.

La mañana que mamá me dio la noticia fue sin duda inesperada, pero la decisión ya estaba tomada, te anhelábamos en nuestras vidas. Si pudiera describir con una palabra tu nacimiento, sería ajetreado. Toda una bendición en nuestras vidas.

Sin embargo, desde aquel momento, un ambiente de esperanza llenaba los días que pasabas en el hospital. Todos te esperábamos con ansias, pero el tiempo nos quedó corto. Espero nunca olvidar aquella mañana cuando mamá me dijo que podría visitarte al fin, ya que apenas ella y papá te habían conocido.

Siempre deseamos abrazarte, cuidarte, consentirte, besarte; amarte hasta que la vida nos diese… tenerte. Pero esos eran simples caprichos, porque tú no la pasabas nada bien, y como llegaste, te nos fuiste. Aquella noche te bastó con un adiós de mamá y papá para irte en paz.

Hoy y siempre pienso en ti, sobre todo en lo diferente que hubiesen sido nuestras vidas con tu presencia. Al mismo tiempo, mi alma está en calma pues tú ya no sufres más en este plano.

Espero, de todo corazón, que en otra vida coincidamos y podamos tenernos al fin.

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