Hoy me nació escribirte de nuevo. Creo que he llegado a relacionarte mucho con una canción, así que, a partir de hoy, ya no serás el chico de mis sueños, ahora serás mi wonderwall.
Sabes, mi wonderwall, decidí ponerte este seudónimo por algo muy tonto. El otro día, mientras escuchaba música de Oasis, decidí cautivarme con su mejor canción: Wonderwall. Cuando analicé toda la canción, me di cuenta de que tú eres mi muro de maravillas. En realidad, no creo que nadie entienda lo que yo siento por ti, pues todos cuestionan mi manera de amar a alguien que aún no conozco. Pero, aun así, me salvaste de alguna manera.
Escribirte se ha convertido en mi manera de desahogarme. Por eso, cuando Oasis dijo «tú eres el único que puede salvarme», te relacioné inmediatamente con la canción. Aunque no tenga respuesta tuya, sé que algún día la tendré, y cuando llegue ese día, yo seré un ser de luz lleno de amor para darte.
Aún no te conozco, pero ya te amo. El amar no es algo que se dé en mí con mucha facilidad. Es extraño cómo la gente puede cambiar de ser fríos y distantes a ser cálidos y amenos cuando el amor entra en la ecuación.
El día de hoy quiero agradecerte por darme ese don, mi wonderwall, el don de dar amor, aunque no lo reciba. Sé que cuando te conozca, todo esto valdrá la pena, porque en tus ojos encontraré paz, en tus besos protección y en tus abrazos podré sentir lo que es ser amado.