De amar hambrienta y pobre.
Aunque ya sea costumbre,
arden estas manos; tendones
agotados de escribir ilusiones.
Redactando imagino la cumbre.
Idea sin rostro, deseo marchito.
Aún no tienen tu nombre
los versos que te he escrito.
Te llevo conmigo hecho palabras
grabadas en mi boca al pronunciarlas.
Te llevo conmigo en un pensamiento.
Al decir que no te espero, miento.
Escribirte es mi consuelo,
refugio para un alma soñadora.
Aunque vivo en constante duelo,
para el amor aguardo con ternura.
Una hiedra salvaje florece
en el campo fértil de mi pecho.
Mientras un poema nuevo nace,
con palabras nos construyo un techo.