Un paso hacia la felicidad

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Día tras día dibujaba una sonrisa en mi rostro. Alguna vez pensé que si seguía haciéndolo podría ser realmente feliz. Súbitamente, comenzaba a sentir algo… tristeza, soledad, pesadumbre. ¿Realmente quieres continuar? Brotaban lágrimas mientras mi cabeza punzaba de dolor por el remolino de pensamientos. «Hazlo, tómatelas». Tenía el frasco entre mis manos. ¿Algo tan pequeño podría concederme la paz que tanto anhelo? «Egoísta, egoísta». Comencé a escuchar en mi mente. Pero no importaba más, pues ya no iba a seguir en el mundo terrenal.

Abro los ojos. Los rayos de luz me obligan a elevar mi mano y hacerme sombra.

Sentir demasiado o no sentir en absoluto. He estado en ambos extremos; olvidando esa delicada sensación de estar viva, de saber que puede haber un mañana y no temer a él. Es como permanecí por años: un cascarón vacío que en cualquier momento podría quebrarse y desmoronarse al compás de la brisa. Pero, ahora, ese cascarón ya no está vacío, o, mejor dicho, jamás estuvo vacío. Lo que creía perdido siempre estuvo frente a mí, pero no era capaz de asimilarlo. ¿Durará para siempre?

Me incorporo y dirijo mi mirada al cuaderno que tenía abandonado en el césped, y en el cual hace años plasmé mi anhelo de encontrar algo más que me diera vida, que me ayudara a sonreír. He leído las palabras tantas veces que me las he aprendido de memoria, resignándome a que nunca encontraría a alguien así.

Se dice que los buenos amores exteriorizan lo mejor de cada quien. Convencida estoy de que no hallaré a aquel que libere a mi atrapado corazón. Aquel con el poder de crear curiosidad dentro de mí para querer salir del caparazón que yo misma he creado para no ser lastimada, y que provoque el anhelo por mostrarle mi verdadero ser. Él, quien querrá que lo consuele en sus tristezas, que lo apoye en sus batallas y con quien compartiré alegrías convirtiéndome en su lugar seguro. Que con solo una mirada baste para sentir tranquilidad incluso en los más caóticos momentos.

Si he de recorrer con alguien este camino tan irregular, lo elegiría a él. Depositaría tanto mi confianza en su figura, que me asustaría el pensar que con ello pueda destruirme.

Quiero a ese alguien que me provoque sed de sentir su calor y protección, que me ayude a dispersar mis miedos e inseguridades.”

Escucho pasos acercándose hacía mí, elevo la vista, nuestras miradas se encuentran y la calidez inunda mi pecho.

Ahora sé que esas palabras ya tienen un significado.

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