El globo fantasma

Entonces sentí nostalgia por Fabiana y comencé a decir su nombre en medio de la calle y un mendigo que intentaba dormir debajo de una marquesina se me quedó viendo y yo le dije ven acá y no vino y le grité ven acá, te lo ordeno, y vino asustado y le dije repite conmigo Fabiana, Fabiana. Y nos quedamos los dos diciendo Fabiana, Fabiana, y después le di el billete de mayor valor que tenía en el bolsillo y regresó abajo de la marquesina. Y cuando yo ya estaba lejos gritó Fabiana, ya acostado, saludando con la mano, y yo le grité que Dios te bendiga buen mendigo, contestándole el saludo. 

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