Andando por el mundo con mis fragmentos

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Cada día me encuentro con pequeños duelos, porque cada día me despido de cabellos que parecieran voluntariosos de ser desprendidos de mi cuero.

 

En su camino hacia mis pies inician una danza, a veces solitaria y a veces atada en pequeños nudos que se forman en el trayecto. La despedida es agridulce, pero es cálida; cierra un largo ciclo que nos unió por mucho tiempo entre cepilladas, reveses y enredadas.

 

En cada uno de sus pedazos cuentan historias: aquel que se atoró en un tornillo y se rompió por la mitad; otro que, atrapado en la oscuridad de un túnel del metro, no alcanzó a entrar al vagón; uno que más de una vez quedó bañado, por descuido de la cabeza de la que nació, en la salsa o algún caldo a la hora de la comida; o bien, anécdotas de cómo en conjunto han compartido miles de días acompañándome con sus ondulaciones.

 

Resistentes como son y anclados a la piel que me conforma, todos cuentan la misma historia y a la par una tan distinta. Lágrimas, suciedad, viento, agua y caricias de seres amados han marcado su tiempo. Al caer al suelo se encuentran con una realidad muy distinta, pues ahora recorren el mundo por su propia cuenta.

 

Les digo adiós con nostalgia, adiós para siempre. Pero me gusta pensar que a partir de allí mi ser emprende diversos caminos durante varios años. Son varios fragmentos de lo que soy, andando ahora por lugares que no adivino. No van a ninguna parte y, sin embargo, para mí, van a todos lados, cruzando montañas y hasta mares si es necesario.

 

Así pues, me siento una entidad clandestina y omnipresente, que cada día se desprende de sí misma. Algo necesario para dar inicio a nuevas historias. Indispensable para caminar nuevas vidas en las ondulaciones de pequeñas hebras en fresco nacimiento.

 

Como las olas del mar, en un siglo de una hora o una hora que parezca un siglo, pronto recorrerán mi espalda, mis hombros, y finalmente caerán por mi cuerpo entero con más historias a pedazos que contar.

 

En medio de muertes continuas del tiempo y mis fragmentos, me (re)encuentro cada jornada con nuevas piezas de vida que crecen conectadas a aquel ciclo de amaneceres y ocasos tan diversos en mi corporalidad.

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