A veces vienen en silencio, sigilosamente, pasan desapercibidos. Otras veces dan pisotones tan ruidosos que es difícil ignorarlos y a decir verdad nos asustan, nos hacen querer huir lejos de ellos.
No existe nadie que no se haya sentido intimidado ante su presencia, emocionado por el futuro regocijo; algunas personas se preparan para su llegada y actúan con cautela debido a las cicatrices de la experiencia. Su llegada siempre será inevitable y tal vez nunca nos acostumbremos a recibirlos, sin embargo, el cómo los despidamos está en nuestro control y es por ello que las personas (algunas personas) se lo toman seriamente.
Así son los cambios.
La mejor parte de los cambios es que siempre nos hacen llegar a donde debemos estar, donde queremos estar. Nos retrasamos, nos perdemos, nos equivocamos, pero al final llegamos a donde pertenecemos; nunca será fácil desprenderse del doloroso camino por el que ya hemos pasado, pero es necesario seguir adelante con seguridad, sin olvidar cómo fue que llegamos ahí y con quiénes.
De vez en cuando los cambios cesarán, pero nuestro crecimiento como personas no. Hagámoslo de la manera más plena posible.
Sigamos adelante.
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