Del rechazo a la ausencia de un corazón no correspondido

pexels-beingthetraveller-2730218-scaled-thegem-blog-default

Ausencia

No recuerdo la última vez que me sentí feliz; que me sentí bien, que me sentí tranquila conmigo misma.

No recuerdo cuándo comencé a pensar y pensar y pensar… ¡Maldita sea! Solo pensar y pensar. En mi mente no paro de hablar conmigo misma, invento historias que jamás existieron ni existirán, es una pesadilla el hecho de existir y no estar en paz.

Cuánto horror hay en cada experiencia, cada mala decisión tomada y que afecta a quienes amas; te destruye, el pasado te persigue porque simplemente no puedes dejarlo ir, te aferras tercamente y ahí estás, sufriendo tu desgracia, en silencio.

Tus pensamientos se vuelven balas que perforan tus membranas, te vas muriendo lentamente, pero no de manera física, eso es demasiado vil en tiempos de peste; hablo de una muerte profunda, de entrañas que solo tú conoces de ti misma, de una muerte que te va apagando sin que nadie lo note, porque a nadie le importas; eso es lo más triste, que a nadie le importas.

Y es que realmente a nadie ya nada le importa en tiempos de peste, pero mientras yo estoy sentada escribiendo esto, tal vez cuando alguien lo lea, me traiga a la vida con sus recuerdos. Algo te deben recordar estas palabras.

Hace tiempo que noto que ya nada me satisface, hace tiempo que me he estado aislando poco a poco y nadie lo nota, me voy alejando…

A donde no se encuentre mi rastro, solo mi ausencia.

 

Rechazo

Pensaba en él a menudo. Los días pasaban y mi mente se cansaba; se trataba de un desgaste emocional, donde todo aquello que alguna vez sentí se derrumbó al vacío.         Tal vez seguirá doliendo mucho en el futuro, no sé cuánto podré resistir; la verdad es que ya estoy cansada de pensar en él todos los días y todas las noches, tratando de arreglar los recuerdos y entender por qué las cosas sucedieron de la forma en que solo él y yo sabemos, y terminar por aceptar que mi amor nunca fue correspondido, y que lo mejor que pude haber hecho fue irme de ahí, sin la menor explicación, sólo me fui y después decidí desaparecer, pasar desapercibida.

La frustración de imaginar recuerdos que nunca sucedieron, porque aquellos que fueron me lastimaban. Malos recuerdos, eso es lo que son, y mi mente, como remedio, inventaba e inventaba instantes bonitos que jamás se dieron, que nunca existieron, pero que relajaban mis emociones.

En lo efímero conocí la felicidad desde sus brazos, en sus ojos, su mirada misteriosa, su hermetismo. Todo eso no fue más que un producto de un corazón exhausto, cansado, agotado.

Los corazones jóvenes son frágiles ante los pensamientos, son vulnerables frente a las emociones, no comprenden el rechazo, les asusta la soledad, mas en ella encuentran refugio.

268

Dejar un comentario

X