La ética del viajero

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En la vida existen dos tipos de personas: los que siguen a Cronos y quienes lo desafían.

Los primeros pasan su existencia siguiendo el ritmo del titán, creen que la vida es solamente el flujo del tiempo e incluso, ingenuamente, tratan de apresurarlo; como si el simple hecho de su existencia no fuera un presagio de muerte.

Ahora bien, quienes deciden desafiar a Cronos y a todo lo que representa son aquellos que, hartos de sus fechorías, decidieron enfrentarlo; respetando siempre su existencia pero jamás sometiéndose a él. Estas personas emprenden un viaje lleno de cambios, y pensar que Cronos es el único titán que enfrentarán en el recorrido es una ironía divina.

El viajero caminará hasta llegar puntual al destino que se ha propuesto. Cada pueblo que visite, cada bosque que atraviese y cada persona que conozca durante su recorrido, representará una oportunidad nueva que, bien aprovechada, se convertirá en una herramienta; en caso contrario, se convertirá en un titán.

Es lógico pensar que mientras más avance el viajero, más fuerte y experimentando será; aunque los titanes que se interpongan en su camino se volverán más desafiantes y peligrosos. Estos encuentros titánicos pueden derivar en combates físicos o desafíos mentales que exijan resolver acertijos muy complejos. El viajero, ante cada una de esas situaciones, se verá obligado a responder de la forma más conveniente sin que su recorrido se vea interrumpido.

El viajero deberá considerar varias cuestiones: qué camino es mejor, cuándo tomar un descanso y cuándo caminar un poco más. Analizar y evaluar la situación es lo más complejo del viaje, ya que, así como hay que considerar lo externo, también hay que considerar el interior. Una pequeña piedra en el zapato no representa una molestia al inicio del viaje, pero después hará imposible el caminar. Por algo tan sencillo y tan diminuto, el viaje más maravilloso y excitante puede terminar si el caminante no considera que cada cierto tiempo tiene que sacar las piedras de sus zapatos.

El mejor viajero no es aquel que tiene la espada más filosa para matar titanes o el que conoce más caminos; incluso, tampoco es aquel que tiene el equipaje más completo. El mejor viajero es el que viaja ligero; tanto, que es capaz de caminar libremente por la vereda que escoja. Tan ligero que aprovecha los vientos a favor y se deja llevar un rato, agilizando su viaje y llegando mucho antes de lo esperado a su destino, venciendo así al mismísimo Cronos.

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