Maleta y boleto listos para cuando la problemática emergencia sanitaria termine

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La actual pandemia del COVID-19 trajo consigo muchos problemas y evidenció otras problemáticas que han estado afectando a los integrantes de la sociedad del mundo en diferentes ámbitos de la vida. 

En el caso específico de México, algunos de dichos problemas son la suspensión de clases presenciales en escuelas públicas y privadas de todos los niveles educativos, el paso de estas actividades escolares al formato virtual a través de plataformas como Google Meet, Microsoft Teams, Skype y Zoom, la deserción de estudiantes debido a la falta de recursos como computadora fija y/o portátil, tableta, teléfono celular o servicio de internet, la restricción de la movilidad, la pérdida de los empleos, la falta de recursos económicos, etc. 

Hay quien dice que el hecho de poderse quedar en casa confinado es un privilegio, pero la realidad es que, después de casi dos años de estar en ella con el fin de evitar que la cifra de contagios aumente, se ha convertido en un martirio para los que vivimos el confinamiento. Personalmente, el estar sentado frente a una laptop desde la mañana hasta, a veces, la madrugada, resulta muy agotador. Al comienzo me acostumbré a las clases en línea, pero conforme iban avanzando el 2020 y el 2021 me cayó el veinte, como dicen, de que las cosas de mi entorno no estaban para nada bien.

La parte de abajo de mi litera es una sofá-cama cuyo asiento y respaldo están forrados de una tela de color café parecida al fieltro. En el extremo izquierdo del sillón está la mochila que me acompañó a lo largo de casi cuatro semestres de la carrera llevados a cabo de forma presencial. En su interior hay un cuaderno nuevo de tapas verdes de la marca Scribe y mi estuchera, la cual contiene, entre otros objetos, plumas de diversos colores, lápices, sacapuntas, gomas, un par de tijeras y un lápiz adhesivo. 

Además, hay un tarjetero con mi credencial para votar y mi credencial de la UNAM, mi monedero y las llaves de las chapas de mi casa. En este sentido, mi maleta es mi mochila y mi boleto a ninguna parte, por el momento, es mi Tarjeta de Movilidad Integrada, la cual empleaba para viajar de mi casa a la FES Aragón y viceversa antes de la emergencia sanitaria. Ambas cosas están preparadas para el día en el que la pandemia se termine y podamos regresar a la “normalidad”, la cual será completamente diferente a la que existían antes de la COVID-19.

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