Maleta

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No sé si puedo hablar más sobre mi maleta de lo que ella podría hablar sobre mí. Aunque sea su “dueño”, muchas veces no logro reconocerla, se volvió complicada, huele la urgencia y el miedo, a veces consigo contener mis cosas en sus entrañas, pero muchas otras veces no lo permite, tal vez está en una etapa adolescente, tan ocupada con sus emociones, que no puede encerrar más cosas. Puedo decir de ella que sigue conservando el miedo al agua y al lodo, es un poco quisquillosa con su piel, aunque siempre me pareció una incoherencia porque su piel es fuerte y resistente, pero nadie puede entender la forma en que las fobias llegan, a veces es solo así, lo que menos te podría afectar es lo que más te aterroriza. Es muy volátil, se molesta ante la más mínima mancha y aunque su silencio sea eterno, encuentra maneras de reprochar el más mínimo descuido. Los últimos años han sido duros, a veces me pregunto por qué mantenemos este vínculo, simplemente alguno de los dos podría marcharse, sería fácil para ella deslizarse silenciosamente y cambiar de banda en el área de carga del avión, un nuevo comienzo. Podría simplemente dejarla en casa, en ese rincón donde el olvido, irremediablemente, se devora todo.

Tal vez es que en el fondo sabe mucho de mí y eso me tranquiliza, la idea de no tener que sentir temor ante guardar algo secreto en una nueva mochila que no me conozca, que pueda llegar a juzgarme. A veces siento que puedo escucharla reprochar un “de nuevo”, cada vez que coloco el mismo libro en sus entrañas antes de partir de casa, jurando que este día sí lo terminaré; conoce el propósito y el origen de todos mis objetos; sabe a dónde iremos sin necesidad de salir de casa; puede saber cuándo pasará junto al sillón de algún desconocido por algunos días o cuándo estará bajo el sol por largas horas; me gustaría pensar que le aviso y se prepara para lo que vendrá.

Hace tiempo me di cuenta de que, de una forma extraña, sabe qué es lo mejor para mí y siempre encuentra la manera de hacérmelo saber. Cuando sabe que alguien no traerá buenas cosas a la vida, suele dejar que se rompan ciertos objetos vinculados a eso, y tengo la sospecha de que tiene guardados objetos de valor, que saca en los momentos complicados, como esa foto mía de niño que siempre me recuerda que la vida puede ser simple y que todo pasará, o los antiguos y no tan antiguos boletos de avión o de tren que nos llevaron a donde dejaríamos de ser lo que éramos. 

¿Hasta dónde podría llegar yo sin eso?

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