Breve crónica de la vida

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Atrás en la distancia, 

muy lejos de este mar, 

se queda mi esperanza, 

se queda mi ilusión. 

 

Se van los buenos tiempos, 

me quedo en mi locura, 

y en un mar de recuerdos 

me inmolo en frenesí.

 

Ya no hay ratos de calma, 

ya no hay noches de paz, 

se queda rota el alma, 

¡adiós, infancia, adiós! 

 

El cielo y su promesa 

se muestran tan lejanos, 

lejanos de esta tierra, 

lejanos de mi ser. 

 

Se van los buenos tiempos, 

se pierden entre mí; 

y atrás, lejos muy lejos 

recuerdo que viví. 

 

Mi casa y mi familia, 

el templo de mi dios, 

se muestran hoy en ruinas, 

se muestran ya sin luz. 

 

Se van los buenos tiempos, 

se quedan tras de mí; 

la noche vence al día, 

y en medio de su manto 

quisiera yo morir.

 

¡Adiós a la esperanza! 

¡Adiós al tiempo aquél! 

Al frente está mi tumba, 

mi infancia tras de mí. 

 

Sentado en esta costa 

espero ya mi muerte, 

espero mi condena, 

o busco redención. 

 

Y cuando llegue el tiempo, 

aquí yo voy a estar 

con ánimo y gran temple; 

sin lágrimas me iré. 

 

Y allá los buenos tiempos, 

y allá la inspiración, 

vendrán de nuevo a verme, 

vendrán de nuevo a mí. 

 

¡Se van los buenos tiempos!

¡Se van, se van, se van! 

Ya no hay más buenos tiempos, 

ya todo terminó. 

 

Se queda el corazón 

deshecho y sin anhelos, 

con la única esperanza, 

con la mirada en Dios.

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