Carta a la estrella (para cuando quiera leerla)

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A Titi

Mi muy amada:

Siempre es un buen día para escribir de ti. Hoy lo recuerdo: llegaste para alumbrar una noche sin luna. Bajaste del cielo y entraste antes de que cerrara la puerta de mi casa; pasaste sin pedir permiso; permanecí parada, extrañada; no te fuiste. Tu luz creció y me abrumó. ¿Acaso hay instrucciones para vivir con una estrella? Te descubrí día con día; jamás quemaste, solo abrigaste. ¿Acaso las estrellas ríen? Reía contigo y tú, titilabas. Aquel día, jugamos; te montaste en mi espalda y aún ahora me cuesta levantarme de la silla deprisa. ¿Acaso las estrellas enferman? Te vestía con una sudadera que te quitaba cuando arreciaba el sol y volvía a ponértela cuando una nube traviesa lo tapaba. ¿Acaso las estrellas lloran? Si tan solo pudiera controlarlo todo… ¿Acaso las estrellas envejecen? Espero que no pues eso significaría que algún día te apagarás. ¿Acaso las estrellas leen? Si no es así, prometo enseñarte para que un día estés dispuesta a pasear tus ojos sobre estas líneas y que siempre tengas presentes las carcajadas que nos vencían cuando cantábamos Cumpleaños feliz mirándonos con cara seria, mis libros que tomabas por horas y sentada a mi lado fingías entenderlo todo (aunque únicamente supieras hacer extraños círculos en la pared). Ten presente el momento en el que pensaste que no debía avergonzarme de mis tenis sucios, pero sí de “tomar un lápiz de color sin avisar”; también cuando me pediste que dejara de leerte poesía y te permitiera jugar con robots y legos. Se me dibuja una sonrisa cuando pienso que de todos los caminos posibles tomaste el que te trajo a mí. 

P.D: Siempre es un buen día para escribir de ti.

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