Deprisa

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Corro, pero no lo puedo alcanzar. He recorrido todos los caminos y aun así es imposible que esté a su lado. 

Llevo cuatro años yendo a toda prisa en esta carrera interminable. Me desvié de mi camino tantas veces como pude, dejé personas atrás, tomé senderos escabrosos y muchas veces me tropecé entre la niebla. Ni siquiera así me detuve. Muchos se preguntarán por qué continuaba corriendo si era tan difícil. Yo tampoco lo sé, supongo que lo que me mantenía en movimiento era la dulce promesa de algo que jamás obtendría. 

Había días en los que mi visión se nublaba a causa de mis lágrimas, lo que provocaba que me cayera y lastimara las rodillas. Era un dolor tan inconfundible; de tipo lancinante, quemante. Solo sentía la sangre deslizarse por mis piernas, pero juntaba las pocas fuerzas que me quedaban para continuar corriendo. Tanto era mi empeño que no importaba cuántas veces llorara o resultara herida, yo persistía en mi pueril intento. 

Él disfrutaba del espectáculo. En algunas ocasiones disminuía la velocidad de su marcha para asegurarse de que no me diera por vencida. Le gustaba confundirme, mostrándome esa sonrisa malévola. Simplemente no sabía qué hacer para que él estuviera totalmente convencido que yo podía ser todo lo que él estaba buscando, que podría ser su primera opción. 

En el último tramo de la carrera comencé a sentirme exhausta, frustrada y sumamente triste. Ya no había más lágrimas que rodaran por mis mejillas, tampoco más sangre que brotara de mis rodillas lastimadas. Estaba anestesiada de cualquier dolor y ni siquiera tenía noción del tiempo. Sólo había una idea en mi cabeza, que se hacía cada vez más clara a medida que mis piernas se hacían pesadas: “Es tiempo de parar. Tú puedes. Frena ya.” 

Disminuí paulatinamente la velocidad, el pecho dejó de arderme y por primera vez pude sentir los dorados rayos del sol rozarme gentilmente el rostro. 

Eché un vistazo a lo que había recorrido. Fue un camino muy largo y tormentoso, pero no lo terminé, pues aunque él estuviera del otro lado, sé que jamás podré alcanzarlo, que siempre habrá más camino por recorrer, más sufrimiento por atravesar, ya que así son las personas como él; manipuladoras, egoístas y deseosas de ver el sufrimiento de los demás.

Todas las decisiones que tomé no bastaron porque no importa que transite todos los caminos posibles, jamás podré alcanzar algo irreal, algo que sólo es una cruel fantasía elaborada por alguien igual de cruel.

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