Aquí estoy,
sin elegir camino.
Atorada en las posibilidades de un mañana
que tal vez no llegue,
que se ve tan lejos.
Aquí estoy,
creando procelas en medio del mar,
asilando dolor y pena.
Aquí estoy,
desordenando vidas,
alumbrando otras,
a aquellas perdidas en abismos,
siendo puente
siendo amor
siendo luz y tormento,
viviendo la melancolía del momento.
Aquí estoy,
con la mente ausente,
con el alma fría
con la vida rota
con los ojos marchitos,
con el llanto efímero de un dolor inmenso.
Aquí estoy, sin dirección alguna,
aquí estoy, con silencio en el alma,
el llanto ahogado se pierde en mi pecho,
tan largo el tiempo que contiene mi dolor,
pero hay algo en el aire,
un suspiro suspendido,
una emoción congelada,
esparcida con el viento
y sin dirección marcada,
mas mi brújula es la intensidad de mi pecho,
adonde se inclina mi fuerza y cada latido que pasa.
Una vida rota que conecta el todo con tan solo pedazos.
Aquí estoy,
tan rota como siempre,
mas no busco cocerme pues me regenero con el tiempo,
y hoy existe conexión con los trozos que cayeron
dejando huellas por los rincones que pase,
dejando huellas por las vidas que marque.
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