En el camino

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Los caminos posibles que un individuo puede tomar están supeditados a las circunstancias, las cuales se pueden interpretar como toda variable que afecta al individuo. En conjunto, todas las variables, internas y externas, forman una conciencia de lo posible, forman un nuevo ser: el ser potencial.

En los tiempos actuales, donde la conciencia de lo posible se ve alimentada por un bombardeo de información constante, el ser potencial se ve engrandecido por el individuo, dejando a este último en una posición cada vez más subalterna. No resulta extraño ver el aumento exponencial de casos de depresión y ansiedad,  curioso fenómeno de la modernidad. Las quiméricas e idealizadas vidas posibles se topan de frente con la realidad.

Existe una constante lucha, y siempre un posterior desengaño, del individuo que aspira a parecerse al ser potencial, pues en cada comparación se ve a sí mismo como un reflejo diminuto y caricaturesco de “lo que podría llegar a ser”.

El proceso de maduración, al mismo tiempo que es una transición física, cognoscitiva y conductual, es una masacre de individuos potenciales. Las distintas vidas posibles son asesinadas una a una con cada decisión, con cada acción y con cada posibilidad no tomada. En este sentido, podemos ver el desarrollo de la vida como un proceso que es directamente proporcional a la disminución de caminos posibles.

Durante la infancia, el individuo es potencial puro, incluso para las personas con las que interactúa. Somos dados a imaginarnos distintos futuros posibles no solo para nuestra propia vida, sino para las vidas ajenas. En ocasiones, las expectativas son superiores a la vida efectiva; en otras circunstancias, la vida efectiva resulta exponencialmente superior a la vida conjeturada. En cualquier caso, los caminos posibles tienden al infinito durante esta etapa.

Con los años, las posibilidades se reducen. Ya no es factible tomar tal o cual camino; ya no es satisfactorio; ya no es realista. Conforme la vida se va asentando, el costo de caminar por un sendero distinto a la tendencia que hemos seguido anteriormente se incrementa, reduciendo los caminos a un subconjunto mucho más pequeño.

Momentos anteriores a la muerte, el individuo que se sabe condenado puede darse cuenta, independientemente de que lo quiera o no, de que solo dispone de una posibilidad; la misma que es perenne a todo ser que alguna vez existió. No hay más caminos.

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