Todos los caminos posibles

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Se dice que hace muchos años existió una persona con un increíble poder: era capaz de ver las consecuencias de ciertos actos, como si en su cabeza pudiera simular todo el mundo y saber qué pasaría con cada acción. La curiosidad y la preocupación por el futuro lo llevaron a querer saber todos los caminos que existían, quería saber cuál sería el mejor camino.

Pasó años buscando la respuesta a su pregunta, pero conforme se metía más y más en investigar caminos posibles, más se perdía de lo que estaba ocurriendo en el camino que ya había decidido tomar.

Finalmente, después de muchos años de contemplar caminos, compararlos y vivirlos tan solo en su mente, logró ver algo que lo detuvo: después de observar miles de destinos en los que parecía igual de feliz a pesar de tener diferentes situaciones, entre esa navegación vio el destino del camino en el que se encontraba. Destino que, lastimosamente, no estaba tan lejos.

Lo que había visto era solamente un tipo encerrado buscando un futuro feliz, sin vivir el tiempo que tenía porque esperaba el “camino más feliz posible”. De todas las decisiones que podía tomar, transitar el rumbo de la preocupación por los demás caminos es de las más agobiantes.

Durante toda su vida se había limitado a imaginar cosas: se dedicó a añorar y a envidiar la felicidad que claramente no estaba viviendo. Lo había entendido finalmente, existe una enorme infinidad de caminos, formas de ser feliz, formas de estar triste, infinitas decisiones. Se había perdido en la infinidad al intentar navegarla, cuando nunca fue capaz de ver realmente “el mejor camino”, pues resultó que, en esas ilimitadas rutas, lo único que no hay es perfección.

Llegó a la conclusión de que tener en mente la pregunta “¿Cómo sería mi vida si…?” es como conducir mientras ves cómo otros conductores lo hacen: eventualmente no sabrás por qué carretera ibas, te perderás, perderás el control y no llegarás al destino que querías por concentrarte en otras cosas. Por lo tanto, aquel poder que tenía, realmente nunca fue útil. Debió seguir su vida con normalidad, como una persona normal, enfrentando los problemas, disfrutando de los logros y no agobiarse en el “¿Qué hubiera pasado si…?”

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