Pusilánime

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Abrí la puerta y entraron caminando de forma alegre. Brincaban y jugaban entre ellos. Se veían radiantes, llenos de vida. Parecía que habían logrado conseguir la felicidad que no intenté darles. 

—Creí que los había perdido —les dije. 

—Solo nos fuimos lejos por un tiempo. 

—¿Y por qué volvieron?

—Cumplimos con nuestro objetivo. Lo único que nos quedaba era regresar a tu lado. Después de todo, fuiste tú quien nos soñó. 

Tragué saliva. Sus palabras habían atravesado mi pecho. Ellos me miraban con una sonrisa: mis ganas de ser atleta; mis deseos de tocar un instrumento; la ilusión de escribir un libro; el anhelo de formar una familia. Frente a mí yacían mis sueños. Contentos de haberse ido con otras personas.

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