Fresas con crema, por favor

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Fresas con crema por favor sonreí para mí misma y lo miré con extrañeza ya que jamás pedíamos ese sabor, siempre era chocolate o limón, dependiendo del clima.

Vi que le hiciste ojitos cuando el heladero lo mencionó.

No fue así, pero gracias por notarlo no pude evitar sonreír al ver cuánta atención me ponía y lo mucho que me conocía.

 

Un domingo cualquiera de noviembre caminando junto a la estación de trenes, contemplábamos los autos pasar y la luz del tren cambiar de color mientras el semáforo hacía un ruido para advertir a la gente que se encontraba caminando.

 

Comíamos helado de fresas con crema con la misma cuchara porque nos conocíamos lo suficiente como para compartirla.

—¿Tuviste un buen día?

En realidad no, pero ahora lo es.

—¿Cómo puedes haber tenido un mal día y mantener esa sonrisa de siempre?

Porque cuando hay un helado de por medio y una estación de tren, no hay forma de que algo salga mal y lo creía genuinamente, aunque estar juntos hacía mejor las cosas, pero, por supuesto, jamás lo admitiría. ¿Qué piensas hacer este año?

Realmente no lo sé, es el primer año que no tengo objetivos, creo que sólo dejaré que fluya.

Grave error, ponte al menos tres, créeme, me lo agradecerás al final del año.

 

5…4…3…2…1 y de repente estoy comiendo mi última uva, mi objetivo y deseo de este año es regresar a ese momento con helado de fresas con crema, recuerdo de hace apenas 778 días atrás, pues si me preguntan cuál ha sido mi mejor versión, algo que sólo yo puedo decir, es que mi mejor versión fue junto a ti.

Camino a través de la plataforma de tren, por lo menos hasta donde la seguridad lo permite. Espero días que se convierten en semanas y luego meses. Es curioso cómo quitaron la paletería después de no sé cuánto tiempo, supongo que se fue contigo. Miro al cielo y le pido a las estrellas que me manden una señal. Tu tren nunca regresó.

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