Plaga verbal

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Aprendí a cerrar la boca. Apenas la abría, salían alimañas de ella. Las muestras de afecto hacían que se me escaparan gusanos en lugar de mariposas. Con la ira escupía víboras que atacaban a quienes estuvieran en frente. Sus mordidas lastimaron a más de un amigo y el veneno terminaba con mis relaciones. Por eso prefiero mantenerme callado. No vaya a ser que en una de esas me fumiguen por decir lo que pienso.

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