Ladrón de miradas – Parte 1

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«Tranquila, respira, ¡disimula! Ja, por favor, no es para tanto, ¿o sí? Da igual, debes moverte y seguir caminando, conserva la calma».

Eso se ordenaba en cada paso que daba, por fin se había decidido y aquí iba. Aunque creía aparentar indiferencia, la verdad es que su andar desigual, cabeza cabizbaja, además de una mirada que no podría describirse como evasiva, delataban su nerviosismo.

Dicho comportamiento se debía a que nuevamente él se encontraba ahí. Es impresionante cómo la presencia de una persona puede poner a prueba nuestros sentidos, el control de nuestro cuerpo y, en los casos más extremos, hasta de la cordura misma.

«¡Tú puedes hacerlo! Deja de pensarlo tanto y, ¡sólo hazlo!».

Pese a que él se encontraba solo y ella iba acompañada de una fiel cómplice, era ella quien se sentía vulnerable. Era el momento, había estado esperando una oportunidad para acercarse por primera vez y, al parecer, ésta podría ser la ocasión del comienzo de esa dramática aventura que ella tanto anhelaba, así que, si bien vaciló en un principio, respiró hondo e inició su jugada, se colocó justo frente a él, exactamente a 2.3 metros de distancia. Una distancia aceptable para dos desconocidos que desean conocerse, ni muy lejos ni muy cerca.

«¿Qué estoy haciendo? Es ridículo, me siento una tonta. Ni siquiera ha volteado a verme».

Lo que pasó después es algo que apenas sus avergonzadas manos pueden confesar.

(Continúa en la Parte 2)

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