Algo que sólo yo les puedo decir

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Florezco de múltiples colores y se supone que debo permanecer con ellos toda la vida.

 Me arrancan de los brazos de mi confort para luego caer marchita en un pozo oscuro y maloliente.

 Mis colores brillantes llenos de belleza fueron robados por alguien más, alguien que parecía ser amable, alguien en quien confié.

 Me llamaron bella, me halagaron y me dieron felicidad durante algún tiempo que para mí era muy preciado. Pero ahora que vuelvo sobre los recuerdos me doy cuenta de que todo fue una trampa.

 Sí. Soy como ese hermoso diente de león que viste en aquel campo de los sueños, del cual aprovechaste que tenía sentimientos, pero nunca una forma de comunicarlos.

 Así es la vida: la sociedad decide si tienes belleza que admirar (y explotar). Si la tienes sufres, y si no la tienes también sufres.

 Yo no sé si la tengo, pero creo que no importa, porque de todos modos me hacen sufrir los fantasmas pasados y futuros que se mezclan con los del presente.

 Durante todo este infierno llamado vida he escuchado las mismas palabras de aliento que se le dan a un niño pequeño cuando se cae y tiene el riesgo de lesionarse de gravedad. Sólo que en este caso la lesión no es externa y las palabras van directo a retumbar en mi salud mental. Supongo que hasta he olvidado lo que es estar sana respecto de mi mente.

 Y eso es algo que sólo yo puedo decirles: cómo una serie de experiencias me han llevado a una profunda tristeza que todos los que miran por fuera asumen saber cómo es.

 Si acaso no lo sabían: en ese pozo oscuro y maloliente sólo me encuentro yo.

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