
Un corazón solitario tiene mucho que decir y solamente necesita algo que lo empuje para liberarlo. Recuerdo cuando antes de ti creía estar lista para hablar, pero después de ver el lado divertido de la vida junto a ti, fue cuando supe realmente que estaba lista para brindarte mi corazón. No fue tan fácil como lo hubiera imaginado.
Intenté hacerlo hablar, pero parece que fui la única que lo escuchó. Sé que tú no lo escuchaste y si lo hiciste puede que no hayas entendido lo que quiso decirte.
Sobre mi cuello porté lo más cercano que tendré a ti y a tu recuerdo: un collar que me acompañó en las más profundas tristezas. Un libro que contiene a tus verdugos durmió conmigo más de una noche mientras imaginaba que los contenía para protegerte y corría a para tratar de abrazar tu fantasma posado frente a mí, pero siempre desaparecía. Cariño, te juro que yo no lo elegí.
Mi parte racional sabía lo que debía hacer, pero también, dentro de este conocimiento, he estado segura de que me vas a acompañar el resto de mi existencia. Ni el porvenir podrá quitarme esos minutos de nuestras vidas que pasamos juntos en tu auto, donde estoy segura pude tocar a ese fantasma que muchas veces quiso proteger del mundo de los vivos.
Cariño, estas palabras solo yo te las puedo decir porque lo único de lo que estoy segura es de que no hay, ni habrá nadie que te experimente como yo. Estas palabras ahora son tuyas, te las entrego, así como te he entregado tantos pensamientos y amaneceres, te las entrego en el aire, en el anonimato donde seguramente nunca las vas a escuchar, pero que te acompañarán porque son solo tuyas y estarán refugiadas para siempre en el fondo de mi corazón. Desde hoy dejo ir ese fantasma y espero algún día saber de su redención en otro corazón solitario.