Última palabra

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¡Ahí está!

¡Demonios! De nuevo se ha ocultado. ¿Cómo es posible que haya estado tan cerca de alcanzarle y se haya ido ahora más lejos?

Apenas he podido sentir su presencia, una caricia en mi mente, casi un susurro a mi lado; y en cuanto noto su presencia y abro los ojos, ya no está.

Arrojo el bolígrafo sobre el escritorio y me froto los ojos con frustración. Resignada, apago la lamparita y vuelvo a la cama. El celular marca las dos y media de la mañana. Gruño molesta, debería estar durmiendo para el largo día que me espera, pero no he podido resistir el impulso de seguir escribiendo.

Comienzo un duelo de miradas contra la libreta que descansa en el escritorio, apenas visible en la penumbra de la habitación. ¿Quién ganará al final?

He intentado de todo: dibujos mediocres, letras de canciones absurdas, collages con fotografías y recortes colocados sin mucho sentido… Me cubro más con las cobijas de sólo recordarlo.

Al final, las palabras son lo que me ha servido, a lo único que me he aferrado durante años.

Sin embargo, hay algunas muy difíciles de plasmar. Son como un secreto que no desea salir a la luz, la combinación de una caja fuerte que no he podido descifrar, un misterio sin resolver.

A pesar de todo, sé que están ahí, aguardando ser liberadas y cobrar vida propia.

Sin mucho ánimo, giro hacia la pared y cierro los ojos para intentar conciliar el sueño interrumpido y, al mismo tiempo, conocido.

Poco tiempo después, ahí está.

Percibo ese abrazo que me ofrece una tregua por esta noche. Sonrío satisfecha y con un toque de diversión ante la idea de continuar esta batalla por la mañana.

Al final, veremos quién tendrá la última palabra en esto.

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