Me aterra la ingenuidad de las letras,
pero me seduce la libertad de la palabra.
Me aflige que la palabra sea simplona,
pero su significado peligroso.
Me duele que el tiempo no proyecte una silueta,
y que las memorias no dejen rastro cuando el cuerpo se extingue.
Pues hay cosas que veo y después pienso,
cosas que pienso y luego callo,
cosas que callo y a veces digo,
y cosas que digo y más tarde escribo.
Hay mentiras que disfrazo de verdad,
mentiras que se camuflan en la culpa.
Hay ilusiones disipadas en el vacío,
y vacío imitando ser el todo.
Hay corazones rotos que se visten de sonrisas,
hay sonrisas hechas de lágrimas,
lágrimas transformadas en sangre,
y sangre coagulada en los recuerdos.
Hay palabras que dejan grietas,
y grietas en las que crecen flores.
Hay heridas que sangran,
pero hay otras que resplandecen.
Hay quienes viven ensimismados,
bajo profundas tonalidades de olvido.
Y hay quienes viven en el olvido,
transformándose en leyendas vivientes.
Hay quienes escriben su propia vida,
y otros que escribimos la que desearíamos vivir.
Hay pensamientos,
como estos últimos,
que me atrevo a recitar,
pero también tengo secretos que guardo con llave.
La llave está en la punta de mi lengua,
pero mis ojos no pueden alcanzarla.
A veces me gustaría sentirme libre,
pero la libertad,
es ser de todos
y al mismo tiempo pertenecer a nadie.
Es no tener un hogar fijo,
pero sentirse en casa en cualquier parte del mundo.
Está escondida en la lírica,
en la canción de las sílabas,
en la métrica de un poema.
Y aún después de tantos años,
continuó buscándola.
Posiblemente vivo esclavizado
por lo que veo y después pienso,
por lo que pienso y luego callo,
por lo que callo y a veces digo
y por lo que digo y más tarde escribo,
pero al menos,
la gente como yo nunca muere.
Tenemos muchas cosas que decir,
pero también otras que custodiar.
Vivimos en las letras,
en las palabras,
en el color bohemio,
en el silencio,
en la verdad,
en el arte indomable.
