
A veces pienso en alguien que ya no existe en mi vida. Lo llamaría error, pero no se le puede llamar error a quien alguna vez hizo de mis días tristes los más felices. Esos días cuando el alcohol e incluso las drogas no se apoderaban de los sentimientos.
La conexión que había entre los dos no se explicaba, simplemente se sentía. Siempre me lo había esperado, y a pesar eso me dolió. Ahora hay miles de preguntas a la hora de dormir:
«¿Realmente fue mi culpa?».