Me gustan los hombres
que siembran rosas
cuando hablan.
Los de la mirada larga
y los puertos anclados
en las manos.
Me gustan los hombres
silenciosos, casi tristes;
esos que parecen
un grito de amor
en medio del naufragio.
Me gustan los hombres
que siembran rosas
cuando hablan.
Los de la mirada larga
y los puertos anclados
en las manos.
Me gustan los hombres
silenciosos, casi tristes;
esos que parecen
un grito de amor
en medio del naufragio.
*Todo lo que cambia, donde cambia, deja detrás de sí un abismo.
*El hombre no va a ninguna parte. Todo viene al hombre, como el mañana.
A los 20 años no te conformas
con beber toda el agua.
Es menester romper el vaso
y comerse los vidrios.
Mírenlos
la vida más extensa
no les alcanzaría para quejarse.
Van de prisa
violentos y risibles.
Si hablan es pera romper espejos
con sus gritos
si callan es
para tomar un poco de aire
y destruirse mejor.
Quién los entiende
disparan directo a la cabeza
al corazón de otros
a sí mismos.
Con cuanta envidia ven
lo fresco de este prado
en que mi hambre acaba.
Para ser grande, sé entero: nada
Tuyo exageres o excluyas.
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
En lo mínimo que hagas.
Así en cada lago la luna brilla
Entera, porque alta vive.
En el jardín que recuerdo
sopla un viento que mueve las hojas
del jardín donde ahora
estoy escribiendo
En el jardín que imagino
sopla un viento que mueve las hojas
del jardín que recuerdo
Y en el jardín donde ahora
estoy escribiendo
sopla un viento que mueve las hojas
sin jardín:
armisticio
de fronda imaginaria y fronda recordada
pero también las hojas verdes
del jardín donde escribo \
pero también las hojas blancas
en que estoy escribiendo
y nace otro jardín
Fieras desnudas que la noche amamanta.
Cebras cerrando las persianas.
Panteras tristes en torno de su jaula.
Gemelos en el canguro de la cama.
Búhos: cada uno su lámpara.
Supe la respuesta al ver que el monstruo
tenía pechos de mujer.
Lo más cerca que me he sentido de ser un animal es en el agua. Es como si con poco oxígeno, mi cuerpo se convirtiera en otro y me diera la posibilidad de desarrollar repentinamente escamas o aletas o una textura de arrecife. Cuando veía la Sirenita lo que más gustaba era la parte en que se transformaba en humana: de una cola de pez a un par de piernas. A lo mejor porque los libros de biología muestran frágiles los miembros humanos. Imaginar neurotransmisores, neuronas e intestinos descargando impulsos eléctricos a través de la materia que es uno produce un malestar agradable. Si notáramos de qué estamos hechos podríamos dejar de sentirnos una víscera palpitante. Una vez, me caí a una pileta hondísima. Esa porción de ahogo fue suficiente para comprender que lejos del temor los estados líquidos nos adoptan con tranquilidad. Dejé de mover las manos por el mareo y la falta de aire. Tenía dolor pero también una necesidad de respirar en algo que no era: un ente bronquial, un anfibio. Ese recuerdo, me llega ahora cada vez que la hora de natación se aproxima. En los balnearios, debajo de las regaderas, nunca sabremos si nuestras manos arrugadas son el principio de una metamorfosis.
… podría ser la frase con la que inicia o concluye un poema, una declaración de principios, una orgía perpetua o todo al mismo tiempo. Aunque sólo es el título de una película. En ella dos criaturas de la noche se encuentran a través de los siglos para compartir el vacío pero también el ansia por una melodía y algún elixir malvisto. Yo casi no escribo de amor pero lo explico como un ritual entre vampiros: una supervivencia más allá de las emociones que hemos aprendido y las que no deseamos. La carga de este mundo es el amor, decía Allen Gingsberg, con mucha razón. Pero, imagino, no por el sentido del peso sino por la caída en la levedad con que deberíamos de entregarnos.
Leí que la NASA descubrió siete planetas parecidos a la tierra y que están ubicados a 40 años luz de distancia. Cuando era niña la vida extraterrestre ocupaba una buena parte de mis ideas. Sentía que en otro mundo alguien estaría viendo el cielo de noche y me preguntaba si lo vería igual que yo o si conocería a las ballenas y si éstas, al ser del espacio, nadarían al fondo de un océano color púrpura. ¿Cómo sería tratar de hablar con alguien de otras estrellas? Si tuviera que hacerlo, pensaba, podría enseñarle algunas palabras que son importantes como <pan> y <leche> porque fueron las primeras palabras que dijimos mi hermana y yo y también porque el desayuno es una comida muy importante. Nada difícil pero no menos importante porque en cualquier lugar que estés tendrás que compartir la mesa con alguien.
Ahora sé que el Universo no necesita de nuestra mirada ni de nuestro lenguaje para existir y, sin embargo, aún no puedo parar de imaginarlo.
HACE UNOS DÍAS
en el Metrobús
un hombre hacía el gesto
de cerrar con llave
la boca de su mujer.
Luego arrojó aquélla por la ventana.
Se quedaron serios,
como supongo que me quedo
cuando no estás.
ALGUIEN RASPA LA tierra
los pájaros cantan con fuerza
como nunca han cantado
alguien sigue raspando la tierra
con más fuerza cantan los pájaros
nadie los escucha
alguien raspa la tierra
entonces me doy cuenta
que me necesitan.
CUANDO EL UNICORNIO se puso de moda
en mi rebeldía interior
me negué a tematizarlo
a engendrarlo en algún punto
de mi escritura
hoy
ya
demasiado tarde
sólo lo menciono
como
un
fantasma