Los ojos de la verdad

glasses-5486967_960_720-thegem-blog-default

Tras el fallecimiento del abuelo, papá y sus hermanos se repartieron lo que había en su casa. Lo hicieron en una sola tarde. Querían que fuera rápido para que cada quien siguiera con su vida sin estorbarse. Desde hace mucho, ellos decidieron seguir caminos diferentes. Apenas y se saludaron cuando se vieron. 

Ninguno le hizo caso a los lentes que el abuelo usaba. Los dejaron sin dueño en la barra de la cocina. Creí que sería buena idea tenerlos de recuerdo. Mientras ellos guardaban cosas en unas cajas, me los puse para ver qué era lo que el abuelo miraba cuando se los ponía. 

Pensé que vería todo mucho más grande, ya que los lentes eran redondos como una lupa. Pero lo que vi fue a cuatro niños enojados y en silencio. Ni siquiera se miraban. Si acaso, volteaban con recelo a observar lo que el otro tenía en las manos. 

La casa, que ya casi estaba vacía, se llenó de luz y sentí una enorme calidez en mi cuerpo. En ciertos lugares aparecieron sombras de las cosas que más quería el abuelo. El contorno de la guitarra con la que nos cantaba se dibujó en una de las paredes. Las huellas de las pantuflas con las que nos perseguía a mí y a mis primos se marcaron por todos lados. La silueta del sillón en el que se sentaba con la abuela a comer pastel, abarcaba gran parte del cuarto en el que nos encontrábamos. 

Sorprendido, me di cuenta de que los cuatro niños frente a mí parecían haber olvidado esos detalles. Lo único que les importaba era quién podía meter más cosas en las cajas. 

Intenté acercarme a ellos para mostrarles los lentes, pero antes de poder hacerlo, papá me los quitó de la cara. 

—Esto no es un juguete, no vayas a romperlos—, me dijo, guardándolos. —Quizás, podamos venderlos—, agregó sin siquiera preguntarse qué era lo que se podía mirar con ellos. 

5

Dejar un comentario

X