Plantillas

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No existe una opinión que sea perfectamente verdadera, aunque sí hay opiniones que persuaden a la generalidad, a la mayoría.

Apelar a temas universales no basta para que unas cuantas ideas conecten con un grupo considerablemente grande de individuos. Se tienen, además, que convertir en plantillas. Hacer una idea lo menos específica posible para que el receptor pueda llenarlo con detalles de su propia vida y, en consiguiente, identificarse, decirse «¡Es cierto!».

Algo que se quiere que todos sepan y concuerden con ello debe ser compartido de una forma en que el contenido de ese algo sea general, que integre así toda (o la mayoría de) la información que contiene. Los dichos más conocidos son aquellos con los que podemos aplicar una situación propia para ejemplificarlos y demostrarnos a nosotros mismos la veracidad creída en ese dicho proveniente de algún fulano.

A nadie le gusta que le digan con exactitud qué pensar. Nadie puede empatizar ni concordar completamente con algo que tenga tantos detalles de su autor. Dar a conocer una idea verbalizando su fondo de la manera más generalizada posible hace que más gente pueda concordar con ella al verterla en una o más situaciones específicas de su vida para comprobar lo que en ella se propone.

Plantillas que pueden ser coloreadas de manera individual: esas son las opiniones que, proviniendo de alguien a quien solo se le pudieron ocurrir, persuaden a la mayoría.

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