2021 julio

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09 Jul: Los cachetes

Todos los tenemos, unos más que otros, pequeñas acumulaciones de grasa que rodean el rostro, algunos cubiertos de pecas y lunares que le dan forma a nuestra cara. Son grandes…

08 Jul: Zona de retorno

Volver a ser austeros, ser la noche en el médano.

El campamento de una juventud vieja.

La mirada detrás de una llama, rastros

de sombras conectándose.

Prendidos en el aire de unas pocas preguntas,

con la alegría fácil.

 

Recuperar esa confianza aunque hayan

quedado lejos

la estela desprolija de las carpas,

aquel candor

y nuestras caras lisas,

y la arena moviéndose treinta años atrás.

08 Jul: El regreso

Algo aprenderemos de estos días

de grillos encendidos al regreso de un viaje,

la plaza abandonada a la suerte de sus canciones

que insisten con el alto reino de lo imposible.

Algo nos quedará de esta derrota

las horas en avión destinando ese tiempo

a doblegar la urgencia de quedarse, algo

de lo propio se recrea ahora

cuando en el parque se juntan las pancartas

se ruega lucidez.

Y frente a eso quieta, los libros apilados

los recuerdos como películas que ya no se consiguen, 

esperar la sorpresa de los próximos meses, confiar

en los ciclos del sur, en los ritmos del clima

saber que cede el agua, que cae este polvillo

se hace más tibio el aire y así, naturalmente

el cuerpo se prepara

para asumir las nuevas travesías.

 

01 Jul: 37

ENCIMA de la ropa sucia, de los manteles y el cartón de huevo;

sobre la veladora, los trapos y la prensa de café;

en la azotea a la que no subimos, arde un sol lateral que no hay ahora.

Eso que recordamos tú y yo será otro día,

cuando haya bajado el sol lo suficiente,

antes de que tus manos y las mías se hagan sombra, no figuraciones.

01 Jul: Nuestra noche

Quisiera perseguir algún poema

que hablase de mis noches, nuestra noche,

la misma noche cálida de rostros conocidos,

en el mismo rincón, ya no hace falta

preguntar lo que bebe cada uno.

Escribir, por ejemplo, puedo cerrar los ojos

y todo sigue igual, abro despacio

la puerta fría de color madera,

intimidad con humo de luz almacenada,

y risas en el fondo,

y una voz que denuncia mi costumbre

de llegar siempre tarde.

Escribir, por ejemplo, son ahora

mucho menos frecuentes estas noches,

y recuerdan inviernos negociados

con renta de amistad,

y tienen algo

de temblor fugitivo.

Las caras han cambiado, saben cosas

y se parecen más a nuestras vidas.

Escribir, por ejemplo, que los ojos,

cuando pasa la noche y en la calle

duele la luz del alba,

tienen otra manera de mirarse,

un modo más avaro de pensar

en los años, los meses, las semanas,

los días y las horas.

Noche eterna, tal vez

será mejor llamarte reincidente.