Blog Librópolis
Soy un turista con árboles amarillos
y escarabajos gigantes en la memoria.
Un requinto con cabeza de pato.
Un perro de agua muy solo,
negro y brillante, en medio del pueblo.
Nunca aprendí a tocar la jarana
ni la quijada de burro.
Nunca hablarán de mí los ancianos
que beben cuando anochece.
Pero te escribiré sobre la vez
que me arrojé al río
para demostrarte que sabía nadar,
porque estabas sentada en la orilla
y me mirabas.
Prueba meter los dedos en un enchufe de luz, o a pasar de un cuarto a otro a través de la cornisa cuando esté lloviendo. Inhala corrector de máquina de escribir. Intenta el juego de apagar las luces: haces diez sentadillas respirando profundamente, al terminar la última guardas el aire por 10 segundos y alguien entonces debe presionar tu pecho rodeándote con los brazos hasta que te desvanezcas.
queridos papá y mamá:
alguien está sentado en mi silla
alguien igual a mí
dice que es el Diablo
El día es lindo
y desde que amaneció
no ha hecho más que crecer
como si fuera un árbol,
y tiene a esta hora
una rama que canta como un pájaro
y una fruta que vuela en forma de avión
y un perfume que trepa en forma de sol.
El día es lindo
porque todavía no sabe
que a ti te cambiaron de colegio.
en cada beso dado me pregunto
cuánto territorio recorrido por mis labios
sin que mis manos logren alcanzarte
Si una noche no puedes dormir
y la mesa está servida,
aún queda vino en la botella,
te acompaña un buen libro,
estás tranquilo,
cierras los ojos pero no puedes irte,
el sueño no te alcanza…
piensa en mí,
tal vez te traje a mi insomnio.
Ella cierra la puerta.
Atrás, el mundo,
el ruido del mundo,
la fortuna
con sus garras de fiera.
En el vapor austero de su alcoba,
Juana desata las manos
de sus manos,
retira la aturdidora venda
de sus ojos,
toma una pluma:
“Primero sueño.”
Dos palabras
que
inauguran
un siglo
de mujer.
Todos los días me deshago de la hierba
que crece dentro de la casa
pero crece de nuevo,
rompe la casa y la deshoja.
A ella entran todo el tiempo
cosas que se hunden en la hierba.
Mi cuerpo es esta casa vacía
A la que también yo entro
pero que no me habita.
En el amor, y en el boxeo,
todo es cuestión de distancia.
Si te acercas demasiado me excito
me asusto
me obnubilo
digo tonterías
me echo a temblar.
Pero si estás lejos
sufro entristezco
me desvelo
y escribo poemas.
En las mansas corrientes de tus manos
y en tus manos que son tormenta
en la nave divagante de tus ojos
que tienen rumbo seguro
en la redondez de tu vientre
como una esfera perpetuamente inacabada
en la morosidad de tus palabras
veloces como fieras fugitivas
en la suavidad de tu piel
ardiendo en ciudades incendiadas
en el lunar único de tu brazo
anclé la nave.
Navegaríamos,
si el tiempo hubiera sido favorable.
Mientras ves el capítulo final
de Las mansiones más lujosas
del mundo
se acaba el oxígeno
de tu pecera.
El sueño es escribir un poema que sea como un pequeño bombardeo
interior sin hacernos parecer estúpidos
corazones de felpa. No, el sueño es escribir un poema que
sea aceptado en los supermercados
a cambio de electrodomésticos. No, el sueño es
escribir un poema que pueda ser exhibido
tras una línea de seguridad
en una galería de moda. No
el sueño es escribir un poema que asfixie
a todos los otros poemas y se quede con sus propiedades
por muy pequeñas que sean.