Bájate un libro

15 Abr: Sin título

En los libros de geografía enseñan a cuántos metros está el punto más bajo del océano. El punto más bajo del miedo está dentro de ese abismo, junto con todas las heridas que se han borrado de nuestra memoria, pero que permanecen abiertas en nuestra sangre. Heridas que regresan como el sargazo que partió de nuestra playa, años atrás.

15 Abr: Ladrón malo, ladrón bueno

Hay un extremo sobre el cual diré la verdad, y es que voy a contar mentiras.

Luciano de Samosata

Robé una y otra vez y jamás me descubrieron:

pasitas, chocolates y tampones, baterías AA,

desodorantes; un anillo de plata

—se le desprendió el granate

y nunca más volví a lucirlo—,

un par de pantalones de mezclilla

—regresé al lugar del crimen

porque olvidé mis lentes—,

un libro de Rosario Castellanos

—regresé a pagarlo, fingiendo

haberlo llevado por descuido—,

una antología de Lȇdo Ivo mal traducida,

cuya lectura abandoné a la mitad.

Comía hamburguesas

sin pedir la cuenta nunca,

aconsejaba sobre asuntos

de los que no tenía la más remota idea.

Daba nombres y apellidos falsos

en la lavandería, las encuestas callejeras,

los boletos de autobús entre ciudades,

inventaba historias para los taxistas

sobre pueblos que nunca había visitado

y les convencía de cambiar

a otras marcas de aceite inventadas por mí;

tenía novios similares en ciudades diferentes,

cuya semejanza me hacía fantasear

con que eran el mismo.

Pero cada noche, sin falta, al llegar a casa,

me desmaquillaba a conciencia,

lavaba los trastes mientras repasaba mi día

con la atención necesaria para no olvidar

ningún detalle de lo que sí ocurrió

ni falsear la historia en sus mínimos engaños

para poder contársela el fin de semana

a mi abuelo de noventa años

que me esperaba porque alguien más le daba aviso,

y ya no podía reconocerme.

15 Abr: Silencio (fragmento)

Pedro:

Mañana en cada ojo crecerá un plantío de esta misma hierba, pero te estaré besando. Que atraviese tus ojos un rebaño de bes­tias taciturnas, que atraviese los ojos de ambos, que el deseo sur­ que las manos con las que nos tocamos y ponga en ellas nuestros cuerpos para saber curarlos. En este siglo de leyes y de tiempo, bajo esta hierba que crece al viento y nos empuja, este rosal de días, de años, donde estaba antes de reconocerte al fin se ha secado. Creo que he vencido. Creo que el abuso, la tempestad, mi antigua imagen dejan de ser incomprensibles. Entiendo todo, lo veo todo. Cierro los ojos en ti y miro las quemaduras de esta piel abundante. Miro las heridas de tu piel abundante. Nuestros huesos siempre serán de niños, pero mi piel contigo es la larga superficie de la san­gre, abundante, abundante piel que se extiende para tu tacto. En tu cuerpo, los huesos de una pequeña. Yo corriendo en días senci­llos se despiertan.

Me haré caer en ti, me haré invisible.

05 Abr: XII

A mi gata no le gusta la grabación de los tamales

oaxaqueños,

no la culpo

en otro idioma podría ser la voz de alguien

anunciando la llegada de gatos que ya no

ronronean.

A mi gata no le termina de gustar su nuevo

hogar,

no la culpo

bien dicen que nada es lo que parece.

01 Abr: Mis abuelos ven una telenovela turca doblada al español

En las noches mi abuela

ve una telenovela turca,

mi abuelo también.

La ven en dos televisiones distintas,

ella en la cocina roja

frente a la mesa de madera

que era de su suegra,

él en el cuarto de tele

y aunque están viendo la misma telenovela

no están viendo lo mismo.

Mi abuela le corta una manzana

tómate tu ensure, le dice.

Se sienta hasta que termine de comer

y juntos terminan de ver la telenovela

o lo que sea que cada uno esté viendo.

01 Abr: Sin título

Hay un pro-fundo silencio

de comino, lentejas y arroz

en el olvido.

Sor Juana,

que sabes de amar y aborrecer,

dime

¿qué pasa después del atardecer?

¿qué pasa, si la gallina no se quiere cocer?

O si como la yema y la clara de un mismo huevo,

él y yo

servimos cada uno por sí,

y juntos

no.

25 Mar: Sin título

Extraño

sin haberla conocido

la certeza de estar

en el centro del mundo

y despertarme

con la cabeza fría

al interior de una casa

que es la única casa

conocida

y mirar los objetos familiares

sin buscarles la sombra,

y no pensar ni un segundo en los cajones

ni en las cosas oscuras

y no pensar ni un segundo

en las sombras de adentro de los libros,

en las sombras de adentro

de la cabeza

fría, que no piensa

en las sombras de adentro.

Sí. La extraño.

25 Mar: Sin título

Está bien, reconozco

que no tengo ninguna

personalidad propia.

Ese gesto

de enojarme con todo y

proferir un insulto desmesurado,

se lo robé a un amigo

al que le sale mejor, por supuesto.

Y ese otro gesto

de morderme las uñas, y ese otro

y el otro, de hacerme,

como dicen algunos, el sueco,

y estas palabras también,

y estas otras. En fin,

no sigo.

18 Mar: Sin título

Todas las decisiones que tomo son tajantes y algunas de ellas son hermosas como las lámparas de araña, y tienen mil cristales tornasoles y un juego complejísimo de luces. Todas son arbitrarias hasta cierto punto y resplandecen en el techo de mi cuarto cuando tardo un poco más en conciliar el sueño. Están como estrellitas fluorescentes, mis decisiones, y componen galaxias provisorias o se hacen las genuinas en mi cielorraso, que rota y se modifica con un vértigo discreto.

18 Mar: Sin título

Me inquieta de las letras que no tengan sombra. Al mismo tiempo, sé que no debo permanecer en esta idea. Dedicarle un poema sería francamente aburrido. Abundarían los símiles y los símbolos y sería insoportable. Pensemos mejor, por un momento, en el ulular de las sirenas de ambulancia, que infecta la ciudad de incertidumbre. O en la gente que muere, sin ir más lejos, que siempre es un tema que deleita a chicos y grandes, al igual que ciertas películas B-15 (para adolescentes y adultos) que parpadean deshaciéndose en las salas de cine.

25 Feb: Cuando todos se vayan

Cuando todos se vayan a otros planetas

yo quedaré en la ciudad abandonada

bebiendo un último vaso de cerveza,

y luego volveré al pueblo donde siempre regreso

como el borracho a la taberna

y el niño a cabalgar

en el balancín roto.

Y en el pueblo no tendré nada que hacer,

sino echarme luciérnagas a los bolsillos

o caminar a orillas de rieles oxidados

o sentarme en el roído mostrador de un almacén

para hablar con antiguos compañeros de escuela.

Como una araña que recorre

los mismos hilos de su red,

caminaré sin prisa por las calles

invadidas de malezas

mirando los palomares

que se vienen abajo,

hasta llegar a mi casa

donde me encerraré a escuchar

discos de un cantante de 1930

sin cuidarme jamás de mirar

los caminos infinitos

trazados por los cohetes en el espacio

25 Feb: Edad de oro

Un día u otro

todos seremos felices.

Yo estaré libre

de mi sombra y mi nombre.

El que tuvo temor

escuchará junto a los suyos

los pasos de su madre,

el rostro de la amada será siempre joven

al reflejo de la luz antigua en la ventana,

y el padre hallará en la despensa la linterna

para buscar en el patio

la navaja extraviada.

No sabremos

si la caja de música

suena durante horas o un minuto;

tú hallarás –sin sorpresa–

el atlas sobre el cual soñaste con extraños países,

tendrás en tus manos

un pez venido del río de tu pueblo,

y Ella alzará sus párpados

y será de nuevo pura y grave

como las piedras lavadas por la lluvia.

Todos nos reuniremos

bajo la solemne y aburrida mirada

de personas que nunca han existido,

y nos saludaremos sonriendo apenas

pues todavía creeremos estar vivos.