Bájate un libro

27 May: Sin título (fragmento)

Acerco mi dedo al instante

de tu cuello en mapa de alas

poros rincones

increíble distensión para la fruta.

Acerco mi dedo al jolgorio de tu cuello

accesible a golpes marinos

a gentíos enfrente de bares.

Tu cuello-avenida del grito

que reconoce sectas hogareñas,

las más opíparas noches para piedra y fuego.

Acerco el dedo:

la querencia sube desde esta desnudez

curada a palos a la escapada

que a veces no deja ni abrir

las piernas de la sílaba.

Así.

27 May: El ojo con su diente

…y en tu pupila nace todo el cielo

− Octavio Paz

Miente el ojo,

aquello

jamás será la plenitud.

Con sus pelitos tenues

muerde

estira el contracanto de la imagen

hasta el límite del hambre;

pero la cosa aquella siempre

fugándose reptil por la entreceja.

(Si no creo en el ojo

¿en cuánto creo?

¿Si todo es alucinación

dónde me planto?

¿En la mentira?)

Mientes.

El ojo juega placentero con su diente

y hace de cada canto

(los pedazos)

cosa viva.

26 May: Poema

“de un costado del hombre nace el día”

− Octavio Paz

Volver a los ombligos

con el puño ensangrentado

de tocar tanta puerta, tanto espejo.

Volver a la desilusión

con el ombligo abierto

y esperar a que te acoja como casa

que allí adento ocurra la detonación,

la casa convertida en universo.

Una sola estrella cabe

en la esquinita del ombligo que se abre al mundo

que se abre a la palabra

deseándose intacto a todo aquello

intacto inclusive al habitante

que es todo lo otro, es decir

nada en específico, el mundo, lo creado.

Y desde allí

desde el boquete infinito del ombligo

llorar el espanto, la fisura.

20 May: Leído en una hoja de bambú (fragmento)

Pero el Tao no es cuerpo.

Piensa en un tigre:

ahora quita su piel

sus manchas,

sus garras sus dientes,

la misma ferocidad del tigre

borra su fuerza

haz desaparecer al tigre

de tu mente: sólo deja

el salto, el movimiento

la pura voluntad

de ser en el salto.

Lo que queda es poesía

y la poesía es Tao.

Una sola gota

y toda la lluvia es Tao.

Pero el agua no es Tao.

La sed no es Tao.

Tao es el río, no el agua.

Tao es poesía, no palabra.

Tao es ver el silencio

con los ojos cerrados.

13 May: Deseos

Como bellos cuerpos que murieron jóvenes,

encerrados con lágrimas en ricos mausoleos,

con rosas en el pelo y a los pies jazmines,

se ven los deseos que pasaron sin cumplirse,

sin que alguno de ellos haya alcanzado

la plenitud de una delicia sensual,

o un amanecer iluminado por la luna.

13 May: Nuestros cuerpos

Nuestros cuerpos, todavía jóvenes

bajo la grabada ansiedad de nuestros

rostros, e inocentemente

más expresivos que rostros:

pezones, ombligo y vello púbico

hacen de todos modos una

especie de rostro: o considerando

las sombras redondeadas

en pecho, nalga, cojones

lo regordete de mi vientre, el

hueco de tu

ingle, como una constelación,

cómo se inclina desde la tierra

hasta el amanecer en un gesto de

juego y

sabia compasión

nada como esto

viene a darse

en ojos o pensativas

bocas.

Amo

la línea o surco

que desciende

por mi cuerpo del esternón

a la cintura. Habla de

anhelo, de

distancia.

Tu larga espalda,

color de arena y

configuración de huesos,

dice

lo que a la puesta del sol dice el cielo

casi blanco

sobre un profundo bosque al

que vuelve una manada de cornejas.

22 Abr: Sin título

Escribo poemas sobre las cosas que me dan miedo

y espero a que un pulpo gigante

salga de la cueva de mi corazón y me ahogue;

como ese día en que mamá no vio

en que papá no escuchó

al agua arrastrando mi nombre

hacia adentro

hacia abajo

como el día en que el mar reclamó mi cuerpo pero no morí.

22 Abr: La mujer del cuadro (fragmento)

Pero sabes también que no existe el triunfo que alguna vez deseaste,

por eso en tu mirada puede oírse

el ruido del mar golpeando las costas solitarias y a veces el chillido de un pájaro detrás de la niebla o la llovizna pertinaz.

Ven aquí con tu colección de mariposas, con tus antiguos juguetes que ya no existen

y que parecen burlarse de ti desde ciertos rincones,

ven aquí con tus segmentos de niña asombrada.

Ven a mirar mis osos polares.

Ven, ahora que sabes que también en los labios aparece

—sin que nos demos cuenta—

el beso monstruoso y bello

de aquello que todavía llamamos el alma.

22 Abr: Las ciudades y la memoria. 2

Al hombre que cabalga durante mucho tiempo por tierras selváticas le dan ganas de ver una ciudad. Finalmente llega a Isidora, ciudad donde los palacios tienen escaleras de caracol con incrustaciones de caracoles marinos; donde fabrican violines y catalejos artísticos; donde el forastero indeciso entre dos mujeres encuentra siempre a una tercera; donde las peleas de gallos degeneran en sangrientas riñas entre apostadores. Él pensaba en todas estas cosas cuando deseó ver una ciudad. Isidora es la ciudad de los sueños, con una salvedad: la ciudad soñada lo albergaba siendo aún joven, pero llega a Isidora ya viejo. En la plaza está la tapia de los ancianos que ven pasar a la juventud; él está sentado junto a ellos. Los deseos son ya recuerdos.